jueves, 7 de abril de 2011

Busca las diferencias


Los eurodiputados no quieren viajar en clase turista. Claro, con la encomiable, respetable y necesaria labor que desempeñan para la sociedad, se lo merecen. Los eurodiputados son merecedores de todo. Es más, yo les subía el sueldo. 
Sí, sí, como oyen. Sueldos más altos para los eurodiputados. Que Bruselas está muy caro, oigan. 
¿Que les pagan también dietas y estancia? Ah, bueno, pues mejor, así ahorran. Los pobres, todo el día trabajando y trabajando, dejándose la piel ahí, el sudor de su frente. ¡La sangre! Y todo por nosotros, ¿eh? Que esta gente nos lleva en el corazón.
España está en crisis y ahí están ellos, apoyándonos. ¿Que hay casi cinco millones de parados? No preocupaos, que los eurodipitados nos protegen. Ahí, dando la cara, como tiene que ser.
Somos unos egoístas de mierda, señores. No somos dignos ni del suelo que pisamos. ¡Joder! Que esta gente se levanta cada día a las seis de la mañana, a poner ladrillos, a partirse la espalda, a levantar el país. ¡Por nosotros! Vivan los eurodiputados, coño. Vivan todos los políticos. Grandes, sois GRANDES -en mayúsculas- que no se digan. ¿Que nos creemos? ¿Que se pasan la vida en avioncitos confortables, viajando, no dando palo al agua, comiendo de nuestro bolsillo, cobrando unos sueldazos y pasándose lo que les ocurra a los ciudadanos por los cojones? ¿O es que acaso pensamos que España avanza sola? 
Joder, quejicas, que sois todos unos quejicas. Como si la culpa de que fuésemos unos de los países que peor ha afrontado la crisis fuera de los políticos. Como si la culpa de que las autonomías sean corruptas fuera de los políticos. Como si la culpa de que la parte de los españoles que sí tiene trabajo le costee a los expresidentes sueldos vitalicios de cantidades estratosféricas fuera de los políticos. Como si la culpa de que hablen de recorte y congelación de salarios con tanta facilidad desde el congreso fuera de los políticos. La culpa es nuestra. Por votar a unos impresentables que no se quieren manchar el culo en los sucios asientos de la tercera clase de Ryanair

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